Hoy me he transgredido…
Siempre he querido leer en una
cafetería, con autonomía suficiente para no pensar, obviando a cuanto pase por
mi lado, dejando la idea de que todos me miran. Un pensamiento contraproducente
que no me permite avanzar.
Me he levantado, y tras hacer lo
usual, que a veces también cuesta, he caminado directo al centro comercial
Arturo Soria Plaza, en Madrid.
Un lugar en una zona con determinada
categoría (sitio pijo, alegan por ahí)
Lo cierto es que encuentro en sus
instalaciones algo que no se explica, pero me causa regocijo. Allí suelo
desayunar siempre con mi amiga Yoli, abrazando el confort y la compañía.
Pensaba entrar, pero seguí de largo.
Al cruzar la calle, hay unos banquitos, y muchos árboles, un ambiente natural y
quizás idílico en medio del ruido del tráfico.
Gasté una hora entre la decisión de
entrar y anotar actividades pendientes para organizarme hasta que, alguna
fuerza mayor, que no pensó y se condujo sin tantos miramientos, me llevó a dar
el paso.
Me pedí un café en Juice Avenue,
frente al mercado Sánchez Romero, donde hay un complejo de mesas y sillas que a
mi amiga Yoli no le gustan.
Me senté con la certeza de que no me
iría y saque el libro que había llevado conmigo.
Es un libro que he tardado en
terminar a mucha posta, porque me tranquiliza.
También ayudó la música clásica de Delikatia,
otro local, justo al lado, de fina charcutería
Parecía que por sí solo el ambiente
me pidiera la calma que hasta el momento no poseía, así que abrí las páginas y
me olvidé del mundo por un buen rato.
No estaba ignorante a el señor mayor
que se me sentó al lado para mirar a todo el que pasaba, ni a los chavales
discutiendo absurdamente sobre psicología, tampoco olvidé la mirada de una
mujer que frente a mi también leía, como quién se sabe cómplice de este tipo de
contradicciones.
Hoy he hecho algo que me resultaba
complicado, pero me apetecía hacer porque no, no todo lo que anhelamos es
cómodo o fácil.
Romper con nuestras creencias
limitantes es la tarea más ardua que tendremos que enfrentar en la vida, pero
algo cambia cuando las quebramos. Como plantarle cara al miedo y que ya luego
no te importe más. Es también la oportunidad de descubrir otras cosas, en medio
de esas averías.
Somos valientes, a pesar del miedo y
gracias a él.
By: Jessica C. Barrios
Cuanta razón! Que gran diferencia hace cuando te decides a dar ese paso que tanto miedo e inseguridad te da y que difícil es aplicarlo cada vez...
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