Inteligencia emocional para la vida: Una materia que debemos abordar
Ojalá nos
hubieran enseñado en el colegio verdadera inteligencia emocional para evitarnos
las prisas y los antojos, las ganas recurrentes de ser y pertenecer, siendo
guiados por el extremo de algunas emociones.
La mayor parte
de las conductas que observo, tanto en los medios como en la vida real, suelen
caotizar situaciones que les resultan complejas o contrarias, sin detenimiento
previo para el análisis o una adecuada investigación.
Mucha
repetición, escasa imaginación y demasiada verborrea sin praxis.
Imagino un
mundo donde seamos capaces de gestionar las emociones, sin perfeccionamiento ni
detalles, pero donde podamos converger creando relaciones sólidas basadas en una
real empatía (distinguiéndola de la compasión), aceptando los errores como motores impulsores de
búsqueda, incluso como manuales de aprovechamiento e inclusión.
Un universo
donde nos construyan para la resolución de conflictos, sin que medie ningún
“aprovechado” interés, donde “asertividad” sea algo más que un concepto por
“aprender”, que podamos realmente, “comprenderla” y hacer uso de su poder,
donde logremos mezclar la subjetividad con la lógica de las cosas, sin
romantizarlas, para balancear.
El cambio en los
programas educativos se impone. Una transformación que debe prestar atención a
lo fracturado, pero también a lo que se pretende desconfigurar.
La inteligencia
emocional, nos permite utilizar el factor de las emociones de manera proactiva,
ayudándonos a descubrir motivaciones, a potenciar nuestra creatividad. Una
“bondadosa artimaña” que actúa sobre la toma de decisiones y que nos facilita
la trayectoria por la era digital sin caer en las trampas de la gratificación
instantánea.
Escuchar, desde
edades tempranas las preguntas, necesidades o planteamientos de nuestros
infantes y ayudarles, con herramientas potentes, permitirá que sus proyectos
(incipientes, inexistentes o por descubrir), se encausen.
Practicar más
la cooperación y entrenarles en una adecuada (y carismática) competencia.
No significa
que asistiremos a la era de seres comprensivos y perfectos, sino que estaríamos
ofreciendo herramientas para una apropiada coordinación, en definitivas, un camino,
para que las elecciones sean menos densas.
By: Jessica C. Barrios
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