ESTO ES PERSONAL
Admitir que todo es un proceso, es maravilloso.
Ayer escuché esta
mágica frase de Tomás Navarro que, aunque pudiera parecer obvia, me recuerda
que lo sencillo, por naturaleza, no lo es.
Sabemos, en
teoría, que todo es un proceso. Entonces ¿por qué es tan complejo de aceptar?
¿Por la inmediatez de la sociedad en la que vivimos? ¿por la tan nombrada
gratificación instantánea? ¿el querer obtener los resultados aquí y ahora? ¿el
creer que sin ahondar se llega a una conclusión más rápida?
A lo largo de
la historia de mi vida, he visto todo tipo de personas, como seguramente,
ustedes también. Observándoles, aprendí que muchas cosas de ellas, estaban
igualmente en mí…cosas que solía detestar y tenía que resolver dentro (ley del
espejo). Me he tomado mi tiempo para revisar y a veces, se me ha hecho eterno.
Una eternidad en la que me ha acompañado la frustración, la negación, una ira
“controlada” y alguna que otra manifestación física como el cansancio o las
lágrimas.
Mi mejor amiga y yo nos enemistamos antes de mudarme a Madrid. Quedaba así cercenada una amistad de más de 15 años. Algo que no me permití escribir, ni sacar la luz.
Durante muchos meses me pregunté de quién había sido la culpa y en vano di con
las respuestas. Me percaté que no me interesaba hallar un culpable y acepté que
ambas habíamos sido extremadamente imperfectas en nuestros comportamientos.
Esta admisión, me permitió avanzar en mi proceso de perdón, porque no tenía nadie a quien perdonar más que mi misma y cada año, sin descansar, le enviaba un mensaje de cumpleaños feliz , sin más que acotar, sin tanto contexto. La reacción de vuelta no era agradable. Se podía notar el dolor, la sequedad, los reproches.
Recuerdo que,
en una ocasión recibí un texto inmenso diciendo que me perdonaba, que perdonaba
que no hubiera sido suficiente para mí. Y no sé, quizás no se detuvo a pensar
que no era eso. Intentó hacerme sentir mal alegando que jamás encontraría una
amiga a su altura, con tanta entrega y devoción y que gracias a las mil
vírgenes ella se había rodeado de personas a las que le importa, dejando
entrevisto (obviamente) que a mi no.
No pude
responder a ese mensaje de la misma manera o buscando artimañas para
contrarrestar.
Yo había pasado
mi proceso y creía en el perdón.
Porque eso,
irremediablemente nos salva, de la desidia, de la falta de entendimiento, de la
depresión.
Me perdoné las
razones por las que creía haber acabado nuestra amistad. Me perdoné, creyendo
de hecho, que yo no era la buena, pero lo acepté y siempre hay cierto poder
cuando aceptas.
Ella no ha
llegado ahí. Tampoco sé como llegué yo...
Somos dos seres
humanos que han ido más rápido o lento en su “conciliación emocional” y es
importante que entiendas esto, que no impongas tu visión. Déjale ser. No habrá nada que le impida averiguarlo
por si mismo.
Para creer que
todo es un proceso, primero hay que aceptar. Hay que poner en papel cada cosa
que nos hace sentir, que nos vomita, que nos hace humanos. Pasar por las etapas
de duelo, de negación, de negociación con uno mismo, con lo que se padece.
Yo la extraño
cada día, pero la he dejado volar, esperando que donde sea que esté, sea más
consciente, madura, feliz.
Cuando quieres
a alguien con quien has tenido historia no puedes desearle sino el bien,
independientemente de la trascendencia.
Así que, incluso cuando no sepas como manejarlo, tomate una pausa y respira. No siempre se trata de saber, sino de ACEPTAR, que por mucho tiempo que tomen las cosas, tendrás que darles su merecido lugar.
Ningún resultado
extraordinario fue antes parte de un proceso cómodo.
By: Jessica C. Barrios
Comentarios
Publicar un comentario