Microduelos II: Las trampas de la bondad

 

Me repito a mi misma cada día que lo importante de ayudar a los demás es no esperar nada a cambio, que de ser así, la ayuda no sería "ayuda" sino... interés...


Pero no había pensado en esto:
¿Qué pasa con los sentimientos? ¿Con la desilusión? ¿Con el autoreproche?
¿Qué pasa cuando no esperas nada de vuelta pero si responsabilidad afectiva?
(Aunque bueno, eso es algo)

Cuando los demás nos tienden una mano o han sido buenos con nosotros nos debemos a responderle en concordancia. Y hablo de quienes tenemos la capacidad de reconocerlo, porque entiendo que no todo el mundo se da cuenta y hay quien no tiene memoria, que todo olvida. 

Hoy, después de un periodo de duelo ( uno de los tantos), me levanto con la certeza de lo quiero a mi alrededor, pero más aun, de lo que no. 




La bondad también tiene límites. 
Y me niego a justificar las conductas de seres adultos responsables y "selectivos" en su grado de responsabilidad. 

Acepto que las cosas que hice por anteponer el bienestar de otros ante el propio fueron "pensadas" con coherencia, empatía y amor hacia lo que eran (en el momento) y lo que soy porque jamás podría traicionarme. Cada entrega ha sido mi riesgo. Un riesgo asumido. 

Hay gente que quedó en el camino por mi exceso de bondad y es que, también, esto nos ciega, nos inhibe de una adecuada selección, dejando de lado lo que verdaderamente (y quizás), vale la pena.

Qué el próximo año me permita encontrar la paz que tanto necesito, la resiliencia del alma para superar todo el daño emocional autoinfligido, por estar siempre esperando responsabilidades ajenas que nunca van a llegar y el perdón para dejar atrás la opinión desfavorable que tengo sobre personas que alguna vez estimé. 
No le hace daño a ellos, me hace daño a mi. 
Solo tengo que cambiar el enfoque.

Estoy aprendiendo...




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