Sentir antes que ver, dejar que eso nos marque

 

Hace falta perder, la perspectiva, las miradas hacia adentro, la capacidad para discernir. Quedarnos ciegos de alma y corazón, incluso a veces físicamente, dejarnos oscurecer. Nada ofrece tanta claridad ni anima tanto el juicio como un toque justo en la profundidad. Sentir antes que ver. Dejar que eso nos marque. Poder así darle paso a la creación que emerge de esos tiempos sombríos, más fresca e inquieta, producto de un ideal de encuentros taciturnos con la nimiedad y el abandono.
Hace falta caer y estar un tiempo sin poder levantarse. Creer que no se podrá, fluctuar en largos debates con la melancolía, permitir que la apatía se revele. Mirar el horizonte sin saber que hay algo más después de esa línea.




Hace falta callar y olvidar que existen las palabras. No reconocernos ante el espejo, vernos en baja resolución, desconfigurarnos.
Hace falta desconfiar, increpar y cuestionar lo que se escucha. Entregarse a los miedos sin quererles superar como en una carrera. Abandonar sin mirar atrás y contradictoriamente, en la misma dirección dejarnos atacar por los remordimientos.
Hace falta pensar que no se es suficiente, que nunca lo será. Pensar en un pasado irreversible y traerlo al presente como si se pudiera cambiar. Ser todo y nada. Olvidar.

Solo quien que acepta el caos, lo transforma.


 By: Jessie C. Barrios 

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